martes, 25 de diciembre de 2012

Una pistola en cada mano (Cesc Gay, 2012)

 


Hombres al borde del ataque de nervios
La sexta película del director y guionista barcelonés Cesc Gay (1967) es una comedia coral estructurada en cinco capítulos independientes más uno que actúa de cierre y posdata común. En el primero, protagonizado por Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia, en que dos antiguos compañeros de estudios se encuentran en la entrada de un edificio tras un largo tiempo sin verse y comentan su vida en el hall del mismo esperando que la lluvia escampe, tiene un aliento tragicómico, que entronca con su anterior película coral, ‘En la ciudad’ (2003), también coescrita, como la que nos ocupa, junto a su colega Tomás Aragay, y sirve de introducción al tono más abiertamente cómico de los episodios posteriores. El segundo,  protagonizado por Clara Segura y Javier Cámara, tiene lugar en el domicilio ex-conyugal con ocasión de la devolución a la ex-cónyuge del hijo común; el tono es de comedia bufa, un tanto histriónico, y, a mi juicio, el de menor interés, un tanto predecible, como apunta el manido gag final de la rotura de la caja con los objetos del ex-marido cayendo en plena calle. En el tercero, protagonizado por Ricardo Darín y Luis Tosar, donde dos desconocidos interactúan por un azar próximo al de ‘101 dálmatas’ en un parque público para encontrar un nexo común, es el capítulo más próximo a la comedia con toques de sainete, de absurdo surrealista. El cuarto bloque es el turno de Candela Peña y Eduardo Noriega, que dan vida a dos trabajadores que viven un escarceo frustrado al fin de su jornada laboral, y supone un punto de inflexión en la cinta hacia cotas más decididamente cómicas, invitando, incluso, a la carcajada incontenible. El quinto episodio es el protagonizado por Leonor Watling y Alberto San Juan, por un lado, y Cayetana Guillén Cuervo y Jordi Mollà, por el otro; podría tratarse, como los anteriores, de un corto independiente del resto, aunque en este, en un giro que rompe el aparente estatismo y dialéctica bis a bis que había presidido los pasajes anteriores, pues aquí, dos parejas se intercambian y los miembros masculinos, que parecen ser íntimos amigos, interactúan con la respectiva del otro, alternándose los escenarios, ya que unos se encuentran esporádicamente en un parking y deciden ir juntos en coche a la fiesta a la que ambas parejas han sido invitadas, mientras la otra pareja, va de paseo, combinándose ambos escenarios y sendos diálogos presididos por el otro ausente, en una dinámica elíptica que culmina con un impagable plano donde, una vez ambas parejas ya reunidas en el rellano del ascensor suben por turnos, los amigos esperan con cierto estupor el ascensor que conduce al piso de la fiesta. Por último, un pasaje a modo de epílogo cierra esta estupenda película , donde varios de los protagonistas masculinos de los episodios anteriores, esos personajes inmersos en la zozobra de una madurez cuarentona,  que han expuesto sus miedos, sus deseos, debilidades, sus mentiras, su hipocresía, resultan conocerse, y lidian en la cocina con los preparativos de la mencionada fiesta.

La puesta en escena de estas ‘set pieces’ cuasi teatrales, en las que 2 personajes interactúan en escenarios urbanos, está resuelta con los mínimos aditamentos escénicos y musicales, dominando las secuencias los planos cortos y medios a modo de ejercicios interpretativos donde los personajes tienen la oportunidad de explayarse.
El resultado es muy disfrutable y tiene la virtud de dejarnos un buen sabor de boca aunque los avatares que nos ha contado no sean precisamente agradables. Además, como si de un buen thriller se tratase, va graduando su tono, cómico eso sí, conforme discurren los diferentes episodios desde el primero, presidido por un tono más neutro y agridulce, in crescendo hasta la ‘fiesta’ final, con el enfoque puesto en las relaciones de pareja como denominador común, y, como toda comedia que se precie, es un espejo privilegiado de las más hondas miserias humanas. Espíritu wilderiano, o, más en términos actuales, más Solondz que Apatow, que digamos.


Calificación: 3.

No hay comentarios:

Publicar un comentario