La película se ha
dividido en 2 partes; la primera, más corta, recibe el título de ‘Ficción’ y se
centra en la vida de una pareja chico-chica de jóvenes universitarios y sus
conflictos personales, puestos de manifiesto a tenor de su clase de creación
artística, que imparte un siniestro y exigente profesor, mientras que la
segunda, más larga, titulada ‘No ficción’, se recrea en el trabajo de un director
amateur, que, tras diversos estados y trabajos al terminar su carrera, se
enfrasca, como forma de redención personal, en el rodaje de un documental sobre los hijos
las familias norteamericanas de clase media que viven en los suburbios de las
grandes ciudades como es el área de Jersey en la película y su posición ante el
paso clave de finalizar el instituto y empezar la facultad. Se da la
circunstancia de que una de estas familias, los Livingston, va a financiar la
película convirtiéndose la misma en protagonista no sólo del documental sino de
este capítulo, y, en especial, el hijo mayor, Scooby (Mark Webber), un chaval
desnortado, carente de ilusión alguna, sin interés por cursar una carrera
universitaria al que su padre (John Goodman) obliga a ello.
En cierto sentido, en la
película, el primer capítulo sería el destino o resultado, el mundo
universitario, que se ha sometido a debate en el segundo capítulo, el
principal, de la cinta. Se inicia este capítulo con el personaje del director
del dichoso documental, Toby Oxman (Paul Giamatti), con el que pretende abarcar
todo el dilema personal y la trascendencia de esta etapa crucial sobre la
elección del destino futuro de los jóvenes norteamericanos de clase media, el tipo,
que mantiene una tan grotesca como gozosa conversación telefónica con una
antigua compañera de instituto donde le relata sus desventuras pasadas y lo
incierto del cumplimiento de sus expectativas juveniles, actúa como vertebrador
de la trama. Y el chico se convierte en un trasunto del propio director que ve
en aquel una repetición de su drama personal y apostaría, en un ‘juego’
metanarrativo, a que este director, en la ficción ‘no ficción’ es, a su vez, un
trasunto del propio Solondz que pretende retratar lo incierto del trabajo del realizador
de películas o el enfrentamiento del creador cinematográfico a escenario
inesperados, como le ocurre al documentalista que en un pase de su filme ve
como el público reacciona inesperadamente riéndose a carcajada limpia durante
la proyección cuando lo que él ha pretendido reflejar es el drama de una
determinada etapa que es su propio drama. Me pregunto si el propio Solondz no
se habrá sentido sorprendido de igual modo cuando ha asistido al inesperado
regocijo del público en cualquiera
proyección de alguno de sus filmes, pequeños relatos de las tragedias
personales que afligen la vida de sus personajes, mitad comedia y mitad drama.
Todo ello mostrado aquí con
una calculada, o a veces fría equidistancia, aminorada por momentos si cabe ‘humorísticos’,
marca de la casa.
Calificación: 2.
No hay comentarios:
Publicar un comentario