domingo, 6 de mayo de 2012

John Carter (A. Stanton, 2012)



El norteamericano Andrew Stanton (Boston, 1965) es uno de los responsables del éxito de la factoría Pixar, habiendo producido, realizado y/o escrito títulos como ‘Bichos’ (A Bug's Life, 1998), ‘Buscando a Nemo’ (Finding Nemo, 2003), ‘WALL-E’ (2008) o la serie de ‘Toy story’, entre otros muchos.

Su primera incursión en el cine convencional, fuera del terreno de la animación, aunque no sin abandonar el cine comercial familiar como esta producción Disney, es una atractiva y trepidante película fantástica de aventuras planetarias. El guión, co-escrito por su colega en Pixar, Mark Andrews, Michael Chabon (‘Spiderman 2’) y el propio Stanton, está basado en la saga de aventuras marcianas que el prolífico escritor norteamericano Edgar Rice Burroughs (1875-1950), un iluminado y genial cultivador del género de aventura fantástica, que retoma el testigo de Julio Verne al otro lado del Atlántico y que ganó fama mundial por ser el creador de Tarzán, centrada en el personaje de John Carter e iniciada con la novela que publicó en 1912, ‘Una princesa de Marte’.

La referencia literaria no es baladí ya que el propio escritor, un joven Edgar, es el personaje bisagra de la película, al ser citado con ocasión de la extraña muerte de su excéntrico tío, el intrépido aventurero John Carter, que empequeñece las gestas de un tal Indiana Jones, recibe en herencia, entre la más diversa fortuna, un diario cuyo relato en flashback motiva las magníficas peripecias mostradas en la película, hasta su decisivo papel en el desenlace final, feliz broche de tal magna aventura.

El filme es un abigarrado coctel donde tienen cabida toda suerte de eficaces ingredientes. Desde ese comentado y clásico formato de lectura de libro, tan presente en aventuras parecidas como La historia interminable –The neverending story (Wolfgang Petersen, 1984)– o La princesa prometida –The Princess Bride (Rob Reiner, 1987)–, un paseo por el escenario histórico del Boston de finales del XIX, el western de la caballería, los apaches y los buscadores de oro, el cine de aventuras galácticas, de planetas poblados por pintorescas razas y monstruos, y de historias de princesas obligadas al matrimonio contra su voluntad para saldar apestosas alianzas, incluyendo la tan necesaria como intrépida solución de detener dicha ceremonia ‘in extremis’; incluso, si me apuran, el peplum fantástico tipo Jason y los argonautas (Don Chaffey, 1963) que nuestros ancestros disfrutaban en concurridos cines de barrio, si bien los artesanales trucos de un concienzudo Ray Harryhausen han sido sustituidos aquí por los vistosos f/x de los estudios actuales.

En cuanto a los inconvenientes de la cinta, se echa de menos un enfoque más pulp de la función, algo de mala uva por aquí o un toque más exploit por allá; un ejemplo, la bella princesa Dejah Thoris (Lynn Collins) lejos de cultivar su lado neumático, es una aplicada hija científica empeñada en el estudio de un dichoso rayo para ponerlo al servicio de su maltratado pueblo. El malsano, aunque aminorado, toque Lynch en Dune (1984) hubiera venido de perlas. Pero se imponen las consabidas restricciones del cine para todos los públicos, aunque, a cambio, la eficaz dirección de Stanton urde un muy entretenido espectáculo, que remite a las historias clásicas de aventuras, y que resultan en un producto absolutamente disfrutable durante sus más de dos horas; polvo galáctico para socavar temporalmente nuestras mundanas preocupaciones, que es de lo que se trata.


Calificación: 2.

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