Sexo, ¡mentira!, y fintas
de super-héroes
La película es una adaptación
del comic de Marvel, que vió la luz
en 1963 de la mano del historiestista Stan Lee y el dibujante Jack Kirby, y
reunía inicialmente a lo más granado de los superhéroes de la casa, Hulk, Thor,
Iron Man, Henry Pym y El productor, guionista y realizador curtido principalmente en el mundo de la televisión, Joss Whedon (New York, 1964), dirige su propio guión sobre la reunión de varios de los personajes antes mencionados a quienes convoca Nick Furia, ese siniestro tuerto a quien da vida Samuel L. Jackson y que se deslizaba tras los títulos de crédito de los filmes más recientes dedicados a aquellos – ‘Capitán América: el primer vengador’ (Joe Johnston, 2011), ‘Thor’ (Kenneth Branagh, 2011) , ‘Iron Man
La cinta resulta ser un
mero fuego artificial que caduca a los pocos minutos de su visionado, lo que
bien puede ocurrir mientras vaciamos nuestra vejiga que fue llenándose durante los
143 minutos de su duración, que, si bien no se hacen de rogar, puesto que aquella
acumula los más diversos y sofisticados ingredientes como para cautivar nuestra
atención durante el metraje, pero el resultado, salvando el eficaz
entretenimiento, se evapora, como digo, cual humo tras los títulos finales. Y
es que uno tiene sus días buenos y sus días malos, y hoy no era precisamente de
estos últimos, y me he plantado en la sala del mejor humor para dejarme
arrastrar por las peripecias de estos tipos fantásticos y a una hora algo
intempestiva como para que las hordas de lenguaraces palomiteros no consigan
joderme la película y no he tenido ningún altercado grave, que ya es difícil,
salvo el ímpetu empeñado por un incipiente chavalín en añadir mayor realismo si
cabe a las imágenes con las pataditas que durante el primer cuarto daba contra
el respaldo de mi butaca hasta que me he dado la vuelta y le echado una mirada
furibunda como la del tal Loki que ha aplacado el movimiento de sus
extremidades.
Decía que el metraje se
sujeta y sustenta en la acumulación de superpoderes, por las dotes prestidigitadoras
que unos efectos especiales cada vez más perfectos y realistas, sin que la
puesta en escena se enturbie demasiado, y es de agradecer, por el abuso del
montaje acelerado que perjudique nuestra percepción de lo que con prisa y sin
mucha pausa se proyecta en la pantalla.
Acabada la película
siento la misma sensación ambivalente del ‘gato por liebre’ que tras contempar
el segundo Iron Man; que esta Los vengadores carece de la originalidad o de la
pegada de la primera película del héroe capitalista y vacilón a quien da vida
Robert Downey Jr. , del tono romántico que tenía el Hulk de Louis Leterrier (2008),
del toque épico-mitológico que tenía el Thor de Branagh, a pesar de sus imperfecciones, o esa hazaña
bélica que casi era, y muy disfrutable, el Capitán América de Johnston. Es como
si para que el potente Madrid gane al pequeño Numancia, hubiera que someterle
al miedo escénico de un Bernabeu repleto y encima ponerle al árbitro en contra
y que expulse a un jugador soriano en los primeros minutos del partido; no es
necesario. Desborde o no las taquillas, había más vida en ese reciente fracaso
comercial que es ‘John Carter’.
Temas manidos como que
‘la unión hace la fuerza’ como principio vertebrador para levantar las
suspicacias de un puñado de super-héroes con la mosca detrás de la oreja con
ser manejados por un gobierno instalado en un clima de guerra fría y que no
duda en soltar un misil nuclear en cuanto una amenaza extraplanetaria incordia
Nueva York, hacen que el metraje navegue a la deriva en una suerte de acelerado
déjà
vu hasta su solución final sin
que las escenas destilen la menor tensión ni amenaza hacia una resolución
adversa a los intereses de los buenos, de esos formidables guardianes de la
humanidad. Adicionalmente cabe reseñar que el elemento humano también aparece
reducido a una masa inidentificable que grita y se desborda ante el ataque de
los malos, pero aparece desfigurada, sin un punto de referencia que levante la
menor sensación de empatía por el incierto destino del hombre; una apta calificación
familiar deriva en una menor presencia de ‘daños colaterales’ en menosprecio de
los (eso sí) cuantiosos daños materiales en mobiliario urbano que vendrá de
perlas a la actual coyuntura crítica para incidir en la inversión y el empleo.
Sólo las escenas iniciales, que ocupan el primer tercio del filme, donde
presenciamos el tantas veces contemplado cinematográfico proceso de
reclutamiento de unos héroes, otrora aclamados en las salas, ahora, perdidos en
sus quehaceres cotidianos, tiene cierta garra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario